Patricia Cortez
Patricia Cortez was born in El Salvador 45 years ago. Her family was not only extremely poor, but also caught in the political violence between insurgency groups and the government. On Patricia’s father’s side, aunts, uncles and cousins were ‘disappeared’ and never found; one uncle was killed outright for refusing to move from his home.
Archbishop Oscar Romero’s courageous stand to end oppression of the poor inspired Patricia, her older brother and two of her cousins to join his mission in the late 1970s. She and her brother were constantly harassed and in several cases beaten by military groups. Patricia’s two cousins were later kidnapped, tortured, and killed. Patricia’s brother is one of a thousand who disappeared during those turbulent times.
More than once Patricia was detained and interrogated for hours because she was a student organizer. Patricia was also subjected to sexual harassment. One officer’s behavior so repulsed her that she spit on him. For that, she was kicked and beaten so badly that she ultimately became sterile.
While attending La Universidad National (National University), Patricia collected signatures to help support students’ rights. One day she was informed by a classmate that the police were looking for her. While in hiding, she learned that the police had gone to her parents’ home and beaten her father for not knowing where she was.
The knowledge that her parents’ lives as well as her own were in danger caused Patricia to leave El Salvador. Friends had called the United States “The American Dream, The Land of Opportunities,” leading Patricia to seek political asylum here. She arrived in Pasadena, California in 1985. Two years later, she moved to the Mission District in San Francisco and lived there for 11 years, working in many minimum wage jobs.
In 1997, Patricia moved to Eugene and returned to school. She was aware that usually she was the only Latina present. She believes that her first impression of Eugene was naïve. Later, she started to experience discrimination. At one time the occupants of a passing car threw a bowl full of blackberries at her, screaming, “Go back to Mexico.”
Patricia enjoys meeting all the hard-working activists of Eugene, and appreciates the collective effort to build community. Patricia has observed an increase in the number of Latinos making their homes in Lane County. She notes, “It is a mistake to think that all Latinos living in Eugene and Springfield are from Mexico.” Immigrants of Latin heritage come from many different countries, including Ecuador, Honduras, Peru, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panama, Chile, Argentina, Colombia, Cuba and Puerto Rico.
Patricia Cortez has persevered. She has lived with her soul mate for 13 years, and in 2004 received her master’s degree in social work from Portland State University. She is dedicating her life to helping Latino youth and their families. Patricia has never been able to return to El Salvador for fear of additional violence against her parents and herself.
Mi Historia: Patricia Cortez
Patricia Cortez nació en El Salvador hace 45 años. Su familia no sólo era extremadamente pobre, sino que fue afectada por la violencia política entre los grupos insurgentes y el gobierno. En la familia paterna de Patricia varios tíos, tías y primos fueron desaparecidos y nunca se volvió a saber de ellos. Un tío fue asesinado brutalmente por haberse negado a abandonar su casa.
La postura valiente del Arzobispo Óscar Romero con el objetivo de eliminar la opresión de los pobres inspiró a Patricia, a su hermano mayor y a dos de sus primos a unirse a su misión a finales de la década de 1970. Ella y su hermano sufrieron acosos constantes y golpizas por parte de los grupos militares. Dos de los primos de Patricia fueron secuestrados, torturados y asesinados posteriormente. El hermano de Patricia es uno de miles de personas que desaparecieron durante esos tiempos turbulentos.
Patricia misma fue detenida e interrogada durante horas en más de una ocasión porque era organizadora entre los estudiantes. También sufrió acoso sexual. En una ocasión, asqueada por el comportamiento de un policía, Patricia le escupió. Por ello, fue golpeada y pateada tan severamente que se volvió infértil.
Durante sus estudios en la Universidad Nacional, Patricia reunía firmas para adoptar iniciativas en apoyo a los derechos de los estudiantes. Un día fue informada por un compañero que la policía la buscaba. A raíz de eso, se mantuvo escondida, y se enteró que la policía había ido a casa de sus padres y había golpeado a su padre por no saber dónde se encontraba ella. El enterarse de que las vidas de sus padres, así como la suya, corrían peligro, ocasionó que Patricia saliera del Salvador. Sus amigos hablaban de los Estados Unidos como La tierra de las oportunidades y el Sueño Americano, y eso la condujo a solicitar asilo político allí. Llegó a Pasadena, California en 1985. Dos años después, se mudó al distrito Mission de San Francisco, donde vivió durante 11 años, trabajando en una serie de empleos que le pagaban el salario mínimo.
En 1997 Patricia se mudó a Eugene y volvió a los estudios. Estaba consciente de que en casi todas sus clases era la única latina. Hoy día cree que su primera impresión de Eugene fue muy cándida e inocente. Más adelante comenzó a experimentar discriminación. En una ocasión unas personas que iban en un auto le lanzaron un plato de zarzamoras, gritándole, “¡Regrésate a México!”
Patricia disfruta de conocer a todos los que trabajan por el activismo en Eugene, y aprecia sus esfuerzos colectivos por construir una comunidad más unida. Ella ha observado la creciente cantidad de latinos que se establecen en el Condado de Lane y hacen aquí su hogar. Menciona, “Es un error creer que todos los latinos que residen en Eugene y Springfield provienen de México.” Los inmigrantes de origen latino vienen de muchos países, incluyendo Ecuador, Honduras, Perú, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Chile, Argentina, Colombia, Cuba y Puerto Rico.
Patricia Cortez ha perseverado. Ha vivido con su pareja y alma gemela durante 13 años. En el 2005 recibió su Maestría en Trabajo Social de la Universidad Portland State. Ella dedica su vida a ayudar a los jóvenes latinos y sus familias. Patricia nunca ha podido regresar al Salvador por temor a la violencia que aún hoy amenaza a ella y a sus padres.